El camaleón que pintaba el mundo de colores

Érase una vez en un bosque encantado, un pequeño camaleón llamado Cami que tenía un don especial: ¡podía pintar el mundo con los colores de su imaginación!

Un día, el sol no salió en el bosque y todo se volvió gris y triste. Las flores marchitaron, los animales perdieron su alegría y hasta el arcoíris desapareció del cielo. Cami sabía que tenía que hacer algo al respecto, así que decidió emprender un viaje para encontrar al sol y devolverle la luz al bosque.

En su camino, conoció a una conejita triste que le dijo: «¿Podrías pintar mi mundo de colores, Cami? Me siento tan sola sin la luz del sol». Cami sonrió y usando su lengua mágica, pintó las flores de colores brillantes, el cielo de azul intenso y el sol radiante en lo alto.

La conejita se emocionó tanto que empezó a saltar de alegría, agradeciendo a Cami por traer de vuelta la belleza al bosque. Animado por su éxito, Cami siguió su camino hasta llegar a la cueva del gruñón oso pardo.

El oso pardo, con su voz profunda, gruñó: «¿Qué haces aquí, pequeño camaleón? Este bosque no necesita tus trucos de magia». Pero Cami no se dio por vencido y le explicó al oso su misión. «He venido a traer de vuelta la luz y el color al bosque, incluso si eso significa pintar tu cueva gris y oscura», dijo con valentía.

El oso, sorprendido por la determinación de Cami, decidió darle una oportunidad. «Está bien, adelante, ¡pinta mi cueva!». Y así, Cami usó su lengua mágica para pintar las paredes de la cueva con los colores más cálidos y brillantes que jamás se hubieran visto. El oso, al ver su hogar transformado, no pudo contener una sonrisa y agradeció a Cami por devolverle la alegría.

Finalmente, Cami llegó a la cima de la montaña, donde se encontraba el sol atrapado entre las nubes grises. Sin dudarlo, utilizó todos los colores de su paleta para pintar un arcoíris tan hermoso que el sol no pudo resistirse y salió de su escondite, iluminando el bosque una vez más.

Desde ese día, Cami siguió recorriendo el bosque y pintando con sus colores mágicos allá donde hacía falta. Y aunque a veces encontraba retos y desafíos, siempre recordaba que con un poco de imaginación y valentía, podía hacer del mundo un lugar más hermoso para todos.


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