Erase una vez en un pequeño pueblo encantado, vivía un monstruo llamado Monstruoso. Este monstruo tan peculiar tenía un miedo muy particular, le tenía pavor a los caramelos.
Todo empezó un día en el que Monstruoso, curioso por probar algo dulce, decidió probar un caramelo. Pero al morderlo, sintió un chasquido que le asustó tanto que salió corriendo. Desde entonces, cada vez que veía un caramelo, Monstruoso temblaba de miedo.
Un día, la hada Marina, amiga de Monstruoso, se dio cuenta de su miedo y decidió ayudarlo. Se acercó a él y le preguntó:
– ¿Qué te pasa, Monstruoso? Veo que algo te preocupa – dijo la hada con preocupación.
– Tengo miedo a los caramelos, Marina. Me asusta su sabor y ese chasquido que hacen – respondió Monstruoso con tristeza.
La hada Marina, con una sonrisa en el rostro, le explicó a Monstruoso que ese ruido que escuchaba al morder un caramelo era completamente normal, era solo el sonido del caramelo rompiéndose. Le mostró diferentes tipos de caramelos y poco a poco, Monstruoso fue perdiendo el miedo.
Para ayudar aún más a Monstruoso, la hada Marina organizó una fiesta de caramelos en el pueblo. Invitó a todos los monstruos y los niños del pueblo para que juntos disfrutaran de deliciosos caramelos de todos los colores y sabores.
Monstruoso, al principio, se mostraba nervioso, pero con el apoyo de sus amigos y la explicación de la hada Marina, decidió probar un caramelo de fresa. Al morderlo, escuchó el chasquido pero esta vez, en lugar de asustarse, sonrió.
– ¡No pasa nada, es solo el caramelo rompiéndose! – exclamó Monstruoso con alegría.
Desde ese día, Monstruoso perdió por completo el miedo a los caramelos. Descubrió que no eran tan aterradores como pensaba y que, de hecho, podían ser muy divertidos de probar.
Gracias al amor y la amistad de sus seres queridos, Monstruoso superó su miedo y pudo disfrutar sin preocupaciones de todas las golosinas que el pueblo le ofrecía.
Y colorín colorado, este cuento del miedo a los caramelos ha terminado.
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