Había una vez, en lo más alto de la montaña invisible, un gran ratón llamado Ratoncito. Ratoncito era muy valiente y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos del bosque.
Un día, una tremenda tormenta de nieve azotó el bosque, y todos los animales quedaron atrapados en sus madrigueras. El conejito Caramelito, la ardilla Cascabel y el pájaro Trinar se acercaron a Ratoncito en busca de ayuda.
‘¡Oh, Ratoncito, por favor ayúdanos!’, suplicó Cascabel. ‘La entrada de nuestra madriguera está bloqueada por la nieve y no podemos salir’.
Ratoncito, con su pequeña linterna en mano, se ofreció voluntario para resolver el problema. ‘No se preocupen, amigos, encontraré una solución’, les dijo con decisión.
Ratoncito se adentró en la densa nieve, avanzando con valentía a pesar de la ventisca. Con su agudo olfato, logró encontrar la entrada de la madriguera de Cascabel. Sin embargo, la nieve era tan espesa que era imposible abrirla.
De repente, recordó una vieja historia que le contó su abuelita ratona sobre un antiguo hechizo que podía invocar a los duendes de la montaña. Sin dudarlo, Ratoncito cerró los ojos y pronunció las palabras mágicas: ‘Montaña invisible, duendes leales, os llamo en mi ayuda para salvar a mis amigos de las fauces del hielo’. Y en ese momento, los duendes acudieron en su auxilio.
Los duendes, con sus diminutas manos, empezaron a mover la nieve con rapidez y destreza. En cuestión de minutos, lograron abrir un camino seguro para que Cascabel, Caramelito y Trinar pudieran salir de la madriguera sanos y salvos.
Los animales del bosque celebraron emocionados la valentía y astucia de Ratoncito. ‘¡Gracias, Ratoncito, por salvarnos!’, exclamaron a coro.
Ratoncito, modesto como siempre, les sonrió y les dijo: ‘En los momentos de dificultad, la amistad y la valentía siempre encontrarán una solución. ¡Nunca duden de su fuerza interior!’
Desde entonces, Ratoncito fue conocido como el gran ratón de la montaña invisible, cuya valentía y sabiduría lo convirtieron en el héroe del bosque para siempre.
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