En un lejano reino, vivía una niña llamada Ana. Ella era valiente, curiosa y siempre estaba en busca de aventuras.
Un día, Ana escuchó hablar del Pasadizo de los Mil Espejos, un lugar mágico y misterioso donde se decía que se encontraba el tesoro más preciado del reino. Sin dudarlo, Ana decidió emprender el viaje hacia el Pasadizo.
El camino estaba lleno de desafíos, pero Ana no se dio por vencida. Finalmente, llegó ante la entrada del pasadizo, y se encontró frente a una puerta gigante llena de espejos.
Al entrar, Ana se vio reflejada una y otra vez en los mil espejos que llenaban el pasadizo. De repente, una voz misteriosa resonó en la habitación: ‘Para llegar al tesoro, debes encontrar tu verdadero reflejo’.
Confundida, Ana comenzó a buscar entre los mil reflejos de ella misma. Uno la mostraba bailando, otro la mostraba riendo, pero ninguno parecía ser el verdadero reflejo.
Desesperada, Ana se sentó en el suelo y pensó en cómo podrían ayudarla. Fue entonces cuando recordó las palabras de su abuela: ‘La verdadera belleza está en el corazón’.
Decidida a seguir el consejo de su abuela, Ana cerró los ojos y buscó en lo más profundo de su corazón. De repente, sintió una luz cálida que la rodeaba, y al abrir los ojos, vio frente a ella un espejo diferente a los demás.
En ese espejo, Ana se veía como realmente era: una niña valiente, amable y llena de amor. Con una sonrisa en el rostro, tocó el espejo y este se apartó, revelando el tesoro más preciado del reino: la Piedra de la Sabiduría.
‘Felicidades, Ana’, dijo la voz misteriosa. ‘Has demostrado que la verdadera belleza yace en tu interior. La Piedra de la Sabiduría es tuya’.
Ana tomó la piedra con cuidado y al instante sintió una energía poderosa recorrer su cuerpo. Sabía que ahora poseía todo el conocimiento y la sabiduría que necesitaría en sus futuras aventuras.
Con el corazón lleno de alegría, Ana regresó a su hogar, donde todos la recibieron con celebraciones y aplausos. Desde ese día, Ana supo que, no importa cuántos desafíos encontrara en su camino, siempre podría confiar en la sabiduría de su corazón.
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