El perro que hacía amigos en los sueños

Erase una vez, en un pequeño pueblo, un perro muy especial llamado Pelusín. Lo que hacía a Pelusín tan especial no era su pelaje suave como la seda, ni sus orejas largas como dos plátanos maduros, sino su increíble capacidad para hacer amigos en los sueños.

Todas las noches, Pelusín se acurrucaba en su camita y cerraba los ojos con mucha ilusión, deseando que llegara el momento de visitar el mundo de los sueños, donde se encontraba con amigos nuevos y emocionantes.

Un día, Pelusín descubrió que uno de los niños del pueblo, Luisito, tenía problemas para hacer amigos en la vida real. Luisito era un niño tímido que se sentía solo y triste la mayor parte del tiempo. Pelusín decidió entonces usar su don especial para ayudar a su nuevo amigo.

Por las noches, Pelusín se esforzaba por llevar a Luisito a los sueños más maravillosos y divertidos que se pudieran imaginar. Juntos volaban en globos de colores, navegaban en barcos de caramelos y jugaban con unicornios risueños.

Gracias a Pelusín, Luisito empezó a sentirse más seguro de sí mismo. Sus ojos brillaban de alegría cada mañana al recordar las aventuras compartidas con su amigo peludo en el mundo de los sueños.

Un día, sin embargo, Pelusín descubrió que ya no podía visitar los sueños de Luisito. Por más que lo intentaba, algo se lo impedía, como si una fuerza misteriosa se interpusiera en su camino.

Preocupado, Pelusín decidió hablar con una vieja lechuza sabia que vivía en el bosque. La lechuza, con voz serena, le explicó que los sueños de Luisito estaban siendo invadidos por la sombra de una antigua tristeza que se negaba a desaparecer.

—Debes ayudar a Luisito a enfrentar sus miedos y tristezas en el mundo real para que pueda volver a disfrutar de los sueños contigo —aconsejó la lechuza.

Con el consejo en mente, Pelusín buscó a Luisito al día siguiente y, con ojos tiernos, le dijo:

—Luisito, debes recordar que los sueños son un reflejo de lo que llevamos en el corazón. Si queremos disfrutar juntos de nuevas aventuras en el mundo de los sueños, primero debemos resolver tus preocupaciones en la vida real.

Luisito escuchó atentamente las palabras de Pelusín y, con valentía, decidió hablar con sus padres sobre sus sentimientos de soledad y tristeza. Descubrió que, al compartir sus preocupaciones, la sombra que oscurecía sus sueños poco a poco se desvanecía.

Desde ese día, Pelusín y Luisito volvieron a disfrutar de sus travesuras nocturnas en el mundo de los sueños. Juntos superaron dragones de la incertidumbre, treparon montañas de la tristeza y cruzaron ríos de lágrimas convertidos en risas.

Y así, Pelusín demostró una vez más que la verdadera amistad va más allá de lo imaginable, traspasando los límites entre la realidad y la fantasía, entre el día y la noche, entre un niño y su perro soñador.

Y colorín colorado, este cuento de amistad y sueños ha terminado.


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