El ratón que subió al cielo en una hoja
Había una vez un ratón llamado Rodri, que vivía en un pequeño agujero en el jardín de una casa. Rodri era un ratón muy curioso y soñaba con volar como los pájaros. Un día, mientras paseaba por el jardín, encontró una hoja grande y verde.
—¡Qué bonita es esta hoja! —exclamó Rodri, admirando su tamaño.
De repente, una mariposa llamada Margarita pasó revoloteando cerca de él.
—Hola, Rodri. ¿Qué haces con esa hoja tan grande? —preguntó la mariposa.
—¡Hola, Margarita! Estoy pensando en hacer algo especial con esta hoja. Quiero volar como tú, ¿crees que sería posible? —dijo Rodri con ilusión.
—Hmm, volar es algo complicado para un ratón, pero quizás pueda ayudarte a encontrar una solución. Ven conmigo —dijo Margarita.
Emocionado, Rodri siguió a Margarita hasta llegar al gran árbol del jardín. Allí, la mariposa le explicó su idea:
—He escuchado que en lo más alto del cielo, las nubes son tan suaves como algodón. Si logramos que la hoja sea llevada por el viento hasta allí, podrías deslizarte sobre ella como si estuvieras volando.
Rodri asintió emocionado y juntos buscaron la forma de elevar la hoja hasta el cielo. Finalmente, Margarita propuso usar pequeñas ramitas como palancas para impulsar la hoja hacia arriba.
Con esfuerzo y trabajo en equipo, lograron que la hoja se elevara lentamente por encima de las ramas del árbol y se perdiera de vista en las alturas.
—¡Lo logramos! —exclamó Rodri, mirando maravillado cómo la hoja se elevaba cada vez más alto.
Horas después, la hoja regresó flotando suavemente, con Rodri sobre ella, desde lo alto del cielo. El ratón disfrutó de las vistas más increíbles que jamás hubiera imaginado, y por un momento, se sintió como un verdadero pájaro.
Aterrizaron suavemente en el jardín, donde Margarita los esperaba con una gran sonrisa.
—¡Gracias, Margarita, por ayudarme a cumplir mi sueño de volar! —dijo Rodri, emocionado.
—Ha sido un placer, Rodri. Recuerda, los sueños se pueden hacer realidad si trabajamos juntos para lograrlos —respondió la mariposa.
Desde ese día, Rodri siguió explorando el mundo con la ayuda de sus amigos, sin olvidar nunca la increíble aventura de haber subido al cielo en una hoja.
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