Fluffy, el monstruo que coleccionaba abrazos
Era una vez, en un lejano bosque encantado, un monstruo muy especial llamado Fluffy. A pesar de su gran tamaño y sus enormes garras, Fluffy no asustaba a nadie, ¡porque lo que más le gustaba en el mundo era abrazar a todos!
Fluffy vivía en una cueva muy acogedora, llena de peluches y cojines suaves. Todos los días salía en busca de alguien a quien abrazar, pero la gente del pueblo lo evitaba, pensando que quería hacerles daño con sus garras afiladas.
Un día, Fluffy se encontró con una hada triste en el bosque. La hada le contó que había perdido su varita mágica y sin ella no podía hacer magia. Fluffy, conmovido por la tristeza del hada, decidió ayudarla.
‘No te preocupes, hadita. ¡Yo te ayudaré a encontrar tu varita mágica!’ -dijo Fluffy con entusiasmo.
Así que juntos, el monstruo y el hada, empezaron la búsqueda de la varita mágica. Recorrieron cada rincón del bosque, preguntando a todos los animales y seres mágicos que encontraban, pero nadie había visto la varita.
Después de un largo día de búsqueda, Fluffy y el hada se sentaron en un claro del bosque, desanimados. Fue entonces cuando Fluffy tuvo una idea brillante.
‘¡Ya sé cómo encontrar tu varita, hadita!’ -exclamó Fluffy emocionado. ‘Si abrazo a todos en el bosque, seguro que alguien ha visto tu varita mágica.’
Y así, uno a uno, Fluffy fue abrazando a cada habitante del bosque: los conejos, los pájaros, los duendes y hasta a los árboles. Con cada abrazo, Fluffy sentía que su corazón crecía de alegría, ¡porque abrazar era su magia!
Finalmente, cuando abrazó a un pequeño ratoncito, el ratoncito dijo: ‘Vi la varita mágica en la cueva de la bruja mala, cerca del río.’
Con esa importante pista, Fluffy y el hada corrieron hacia la cueva de la bruja mala. La bruja, al ver llegar a Fluffy, trató de asustarlo con su magia oscura, pero el monstruo no tuvo miedo y le dio un abrazo fuerte y cálido.
‘Devuélvele la varita mágica al hada, por favor’ -dijo Fluffy con amabilidad.
La bruja, sorprendida por el gesto de Fluffy, le entregó la varita mágica al hada. Con su varita de vuelta, el hada pudo hacer aparecer destellos de luz y alegría en todo el bosque.
Desde ese día, Fluffy se convirtió en el héroe del bosque, no por su fuerza ni por sus garras, ¡sino por sus abrazos llenos de cariño! Y el hada, agradecida, le regaló un collar de brillantes que decía: ‘Fluffy, el monstruo que coleccionaba abrazos’.
Apúntate a la newsletter y recibe cuentos como este directamente en tu correo electrónico.