En lo más alto del cielo, en una estrellita muy lejana, vivía una muñeca mágica llamada Isabella. Todas las noches, cuando la luna brillaba con fuerza, Isabella cobraba vida y comenzaba a bailar al ritmo de las estrellas.
Isabella era conocida en toda la galaxia por su gracia y elegancia al bailar. Sin embargo, un día, una malvada bruja intentó robar la magia de Isabella para sus propios fines oscuros. La bruja lanzó un hechizo y atrapó a Isabella en una burbuja mágica, impidiéndole bailar en la luna como solía hacerlo.
Isabella se encontró prisionera en la burbuja, sin poder escapar. Sus amigos, el hada Luz y el duende Lunita, se pusieron muy tristes al ver a Isabella en esa situación. Decidieron entonces buscar la forma de romper el hechizo de la bruja y liberar a su amiga.
El hada Luz y el duende Lunita se adentraron en el bosque encantado en busca de la Flor de la Luna, la única planta con el poder de romper hechizos mágicos. El camino estaba lleno de peligros, pero juntos superaron cada obstáculo con valentía y astucia.
Finalmente, llegaron al claro donde crecía la Flor de la Luna. Pero la flor estaba protegida por un dragón feroz que no permitiría que nadie se acercara. El hada Luz, con su varita mágica, intentó calmar al dragón con bonitos destellos de luz, mientras que el duende Lunita jugaba alegremente alrededor, distrayendo al dragón.
Gracias a la valentía y astucia de sus amigos, el hada Luz logró conseguir la Flor de la Luna y regresó junto a Isabella. Con mucho cuidado, rompió la burbuja mágica con la flor y liberó a Isabella, quien, emocionada, agradeció a sus amigos por salvarla.
La luna brillaba con más fuerza que nunca esa noche, y Isabella, finalmente libre, volvió a bailar junto a las estrellas. La armonía y la magia volvieron al cielo, y la malvada bruja nunca más volvió a molestar a los habitantes de la galaxia.
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