Los pasillos que llevaban a mundos escondidos

Érase una vez en un pequeño pueblo, vivía una niña llamada Alba. Alba era una niña curiosa a la que le encantaba explorar y descubrir nuevos lugares. Un día, mientras jugaba en el parque, encontró un misterioso pasillo detrás de unos arbustos.

Alba, llena de intriga, decidió adentrarse en el pasillo y descubrió que este no llevaba a un lugar común y corriente, sino que la transportaba a distintos mundos escondidos y mágicos.

En su primera aventura, Alba llegó a un mundo lleno de caramelos gigantes y árboles de chicle. Allí conoció a un duende llamado Curioso que le explicó que ese mundo estaba en peligro porque un dragón malvado le había robado todo el azúcar a los caramelos más ricos. Alba, valiente como era, decidió ayudar al duende a recuperar el azúcar.

– ¡Hola! Soy Alba. ¿En qué puedo ayudarte? -preguntó la niña al duende.

– ¡Oh, gracias por querer ayudarme! El dragón vive en una cueva en lo más alto de la montaña. Ten cuidado, es muy travieso -advirtió Curioso.

Alba se puso en marcha hacia la montaña y cuando llegó a la cueva del dragón, ideó un plan. Con su ingenio, logró distraer al dragón con un juego de adivinanzas mientras el duende recuperaba el azúcar. Finalmente, juntos lograron devolver el azúcar a los caramelos y salvaron el mundo de los dulces.

En su siguiente aventura, Alba llegó a un bosque encantado donde los animales hablaban. Allí conoció a una ardilla llamada Saltarina que estaba triste porque se había perdido su nuez especial. Sin dudarlo, Alba se ofreció a ayudar a la ardilla a encontrar su nuez.

– Hola, soy Alba. ¿Puedo ayudarte en algo? -se presentó la niña a la ardilla triste.

– ¡Oh, gracias! Perdí mi nuez especial y sin ella no podré pasar el invierno. Creo que la dejé cerca del río -explicó Saltarina entre sollozos.

Alba y Saltarina recorrieron el bosque juntas, enfrentando distintas pruebas y desafíos. Finalmente, encontraron la nuez especial de la ardilla atrapada en lo alto de un árbol. Con paciencia y trabajo en equipo, lograron recuperarla y Saltarina pudo estar feliz nuevamente.

Después de varias aventuras salvando mundos escondidos, Alba se dio cuenta de que su mayor magia no estaba en los mundos que visitaba, sino en su capacidad para ayudar a los demás y resolver problemas. Cada vez que regresaba a su pueblo, llevaba consigo la gratitud y la amistad de los seres mágicos que había conocido.

Y colorín colorado, este cuento de los pasillos que llevaban a mundos escondidos se ha acabado, pero recuerda, la aventura siempre espera a quienes tienen un corazón valiente y una mente curiosa como la de Alba.


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