Érase una vez en el bosque encantado de Roblecielo, vivía Tim, un pequeño ratón con un gran corazón y un sueño aún más grande. A diferencia de los demás ratones, Tim no quería pasar desapercibido, él anhelaba destacar y ser valiente como un león.
Un día, mientras buscaba comida, Tim se encontró con Lucinda, la hada madrina de los animales del bosque. Tim, con su voz temblorosa, le contó a Lucinda sobre su deseo de rugir como un león y ser tan valiente. La hada, con una sonrisa amable, le dijo: ‘Querido Tim, la valentía no está en ser como otros, sino en ser fiel a uno mismo’.
Con las sabias palabras de Lucinda en su mente, Tim decidió embarcarse en una aventura para demostrar su valentía. En su camino, se topó con Rufus, el temible gato del bosque, quien había atrapado a la familia de pajaritos en lo alto de un árbol.
Con el corazón latiéndole con fuerza, Tim se acercó a Rufus y le dijo con determinación: ‘¡Deja en libertad a los pajaritos ahora mismo!’.
Rufus, sorprendido por la valentía de aquel pequeño ratón, soltó a los pajaritos y se marchó con la cabeza gacha. Los pajaritos, agradecidos, rodearon a Tim cantando melodías de alegría. Tim, sintiéndose realizado, entendió en ese momento que no necesitaba rugir como un león para ser valiente, su determinación y bondad bastaban para mostrar su gran corazón.
De vuelta en su madriguera, Tim se acurrucó para dormir, con una sonrisa en su rostro y la satisfacción en su corazón. Desde entonces, todos en el bosque conocieron la historia de Tim, el ratón que rugía como un león con valentía y bondad.
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