En lo alto de una colina, rodeado de bosques encantados y ríos cristalinos, se encontraba el Castillo de los Sueños. Este castillo era muy especial, ya que en cada una de sus torres vivía un hada madrina que se encargaba de cuidar los sueños de los niños y niñas de todo el reino.
Un día, la noticia de que el Castillo de los Sueños estaba en peligro corría de boca en boca. Al parecer, la malvada bruja Carmenta, la enemiga de las hadas madrinas, había lanzado un hechizo oscuro que estaba rompiendo todos los sueños que se guardaban en el castillo. Los niños y niñas del reino ya no podían soñar con aventuras maravillosas, ni con mundos mágicos, y estaban muy tristes.
Las hadas madrinas estaban desesperadas y convocaron una reunión de emergencia en la sala del trono. Allí, la Reina de las Hadas les dijo: «Hadas queridas, solo hay una manera de romper el hechizo de Carmenta. Debéis encontrar la Estrella de los Sueños, la más brillante de todas, y traerla de vuelta al castillo. Solo así podremos devolver la magia a los sueños de los niños y niñas».
Las hadas madrinas, valientes y decididas, se pusieron en marcha en busca de la Estrella de los Sueños. Volaban sin descanso sobre prados y ríos, preguntando a los animales del bosque si habían visto la estrella perdida. Finalmente, el búho sabio del bosque les indicó el camino y les dijo: «Para encontrar la Estrella de los Sueños, debéis viajar hasta la Montaña de los Deseos y superar tres pruebas».
Las hadas madrinas llegaron a la Montaña de los Deseos, un lugar mágico donde los deseos se convertían en realidad. La primera prueba era cruzar un río caudaloso sin puente ni barca. Una de las hadas madrinas, llamada Rosa, tuvo una idea brillante. «Podemos pedirle al río que se detenga y nos deje pasar», dijo. Y así lo hicieron. El río se calmó y las hadas pudieron cruzar sin dificultad.
La segunda prueba era escalar una pared de roca lisa y resbaladiza. Otra hada madrina, llamada Luna, sugirió: «Podemos pedirle al sol que nos caliente la roca y la haga rugosa para poder escalar». El sol escuchó la petición de las hadas y la roca se volvió fácil de escalar.
Finalmente, la tercera prueba consistía en adentrarse en una cueva oscura llena de murciélagos. La última hada madrina, llamada Estela, iluminó el camino con su varita mágica y creó una luz brillante que ahuyentó a los murciélagos.
Al llegar al corazón de la cueva, las hadas madrinas encontraron la Estrella de los Sueños, brillante y resplandeciente. La tomaron con cuidado y regresaron al Castillo de los Sueños con la magia de la Estrella restaurada.
Una vez en el castillo, las hadas madrinas colocaron la Estrella de los Sueños en lo alto de la torre principal, donde brillaba con fuerza y belleza. Poco a poco, la magia regresó a los sueños de los niños y niñas del reino. Ya podían soñar de nuevo con aventuras maravillosas y mundos mágicos.
La Reina de las Hadas agradeció a las valientes hadas madrinas y les dijo: «Gracias a vuestra valentía y determinación, los sueños de los más pequeños están a salvo una vez más en nuestro Castillo de los Sueños. Que esta aventura os recuerde siempre que, con amor y coraje, podemos superar cualquier obstáculo».
Y así, con la magia y la esperanza restauradas, el Castillo de los Sueños volvió a brillar en lo alto de la colina, protegiendo y cuidando cada noche los sueños de todos los niños y niñas del reino.
Apúntate a la newsletter y recibe cuentos como este directamente en tu correo electrónico.