El peluche que quería volar como un pájaro

En lo alto de una montaña, vivía un peluche llamado Peluchito que soñaba con volar como un pájaro. Todos los días, miraba con envidia a los pájaros que volaban libres por el cielo y él deseaba con todo su corazón poder hacer lo mismo.

Un día decidió que iba a encontrar la manera de volar. Bajó de la montaña y comenzó a preguntar a todos los animales que se cruzaba si conocían algún secreto para poder volar. El conejo, la ardilla y hasta la mariposa le dijeron que era imposible, que los peluches no podían volar.

Desanimado, Peluchito subió de nuevo a lo alto de la montaña y se sentó en una roca, con la vista puesta en el cielo. De pronto, escuchó una voz que le dijo: ‘Si realmente deseas volar, debes buscar al sabio Búho Azul’.

Con renovada esperanza, Peluchito se puso en marcha en busca del Búho Azul. Después de mucho tiempo de búsqueda, finalmente lo encontró en lo más profundo del bosque.

‘Oh sabio Búho Azul, por favor, ayúdame a cumplir mi sueño de volar como un pájaro’, le suplicó Peluchito. El Búho Azul lo miró con ternura y le dijo: ‘Para poder volar, necesitas creer en ti mismo y en tus sueños’.

Peluchito no entendía muy bien estas palabras, pero decidió seguirlas al pie de la letra. Cada día, practicaba desde lo alto de la montaña, saltando con todas sus fuerzas y agitando sus brazos, como si fueran alas.

Los demás animales del bosque se burlaban de él y le decían que era ridículo, pero Peluchito no se desanimaba. Continuaba practicando con perseverancia, convencido de que algún día lograría volar.

Un hermoso día de primavera, mientras practicaba sus saltos, sintió que algo extraordinario sucedía. De repente, sus saltos eran más ligeros, y sintió que se elevaba en el aire. ¡Estaba volando como un pájaro!

Los demás animales del bosque, asombrados, veían a Peluchito surcar el cielo con gracia y alegría. Incluso el Búho Azul, desde la rama de un árbol, sonreía con orgullo al ver lo lejos que Peluchito había llegado gracias a su determinación y su fe en sí mismo.

Desde ese día, Peluchito siguió volando por los cielos, llenando de asombro a todos los que lo veían. Y aunque a veces le costaba mantenerse en el aire, nunca dejó de creer en sí mismo y en sus sueños.


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