El barco perdido en el océano de deseos

Érase una vez en un lejano reino, un valiente marinero llamado Mateo que se embarcó en una emocionante aventura en busca del Barco Perdido en el Océano de Deseos. Mateo había escuchado hablar de la leyenda de este barco mágico que concedía un deseo a quien lograra encontrarlo, y él estaba decidido a intentarlo.

Tras navegar durante días y días, enfrentando tormentas y criaturas marinas, finalmente Mateo avistó a lo lejos un resplandor dorado que provenía de una isla misteriosa. Al llegar a la orilla, se encontró con una sirena llamada Marina, guardiana de la isla.

—¡Bienvenido, valiente marinero! —saludó la sirena con una voz melodiosa— ¿Qué te trae a esta tierra de sueños?

Mateo le contó a Marina sobre su búsqueda del Barco Perdido en el Océano de Deseos y cómo había llegado hasta allí. La sirena escuchaba con atención, con sus ojos brillando de curiosidad.

—El Barco Perdido está en lo más profundo de la Cueva de los Anhelos, pero ten cuidado, solo aquellos con un corazón puro y valiente pueden encontrarlo —advirtió Marina.

Sin dudarlo, Mateo se adentró en la oscura cueva, iluminando su camino con una antorcha. Mientras avanzaba, se encontró con desafíos y pruebas que debía superar con astucia y coraje. Finalmente, llegó a una sala llena de tesoros brillantes, en el centro de la cual se erguía un majestuoso barco con velas de colores.

—¡Lo he encontrado! —exclamó Mateo emocionado, pero de repente, una voz misteriosa resonó en la sala—.

—Para hacer realidad tu deseo, debes responder a una pregunta: ¿Qué es lo que más deseas en este mundo y por qué?

Mateo reflexionó por un momento, recordando todo lo que lo había llevado hasta allí: su valentía, su determinación y su deseo de hacer el bien a los demás.

—Lo que más deseo en este mundo es… —comenzó Mateo, con voz firme— que todos los niños y niñas puedan cumplir sus sueños y vivir en un mundo lleno de amor y alegría.

En ese instante, el barco comenzó a brillar con una luz cegadora y una suave brisa envolvió la sala. Cuando Mateo abrió los ojos, se encontraba de nuevo en su barco, flotando en el mar. Una estrella fugaz pasó por el cielo, concediendo su deseo.

Mateo regresó a casa con el corazón lleno de felicidad, sabiendo que, a través de su deseo, había tocado el corazón de todos los niños y niñas del mundo, llevando un mensaje de esperanza y amor.

Y así, el Barco Perdido en el Océano de Deseos se convirtió en una leyenda eterna, recordando a todos que los verdaderos tesoros se encuentran en los sueños que compartimos y en los deseos que hacemos realidad con amor y bondad.


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