Érase una vez, en un bosque encantado, vivía un ciervo muy especial llamado Estelio. Este ciervo tenía un pelaje tan brillante que parecía estar cubierto de estrellas doradas que brillaban en la oscuridad de la noche.
Estelio era el guardián del bosque y se encargaba de proteger a todos los animales que vivían en él. Un día, el bosque se vio amenazado por un malvado zorro que quería apoderarse de él y causar daño a sus habitantes.
Los animales del bosque estaban muy asustados y no sabían qué hacer para detener al zorro. Fue entonces cuando Estelio decidió tomar cartas en el asunto y enfrentarse al malvado intruso.
El ciervo de las estrellas doradas se adentró en lo más profundo del bosque, donde se encontró cara a cara con el zorro. ‘¿Qué haces aquí, zorro malvado? Este bosque no te pertenece y no permitiré que hagas daño a mis amigos’, dijo Estelio con valentía.
El zorro, sorprendido por la determinación de Estelio, decidió retarlo a un juego de ingenio. ‘Si logras resolver mi acertijo, me iré de aquí y no volveré jamás’, dijo el zorro con malicia.
Estelio aceptó el reto y escuchó atentamente el acertijo del zorro. Pero, a pesar de pensar durante horas, no conseguía dar con la respuesta. Fue entonces cuando una pequeña liebre que observaba la escena desde lejos se acercó a Estelio y le susurró al oído la solución al acertijo.
Con la respuesta en mente, Estelio se enfrentó nuevamente al zorro y le dijo con seguridad la solución al acertijo. El zorro, al ver que Estelio había descubierto la respuesta, decidió cumplir su palabra y abandonar el bosque para siempre.
Los animales del bosque celebraron la valentía y astucia de Estelio, agradeciéndole por protegerlos de la amenaza del zorro. Desde ese día, el ciervo de las estrellas doradas fue aún más querido y respetado en el bosque encantado.
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