El libro que guardaba los sueños de todos

Érase una vez en el pueblo de Fantasilandia, un libro muy especial que tenía el poder de guardar los sueños de todas las personas que vivían en él. El libro se llamaba ‘El Gran Compendio de los Sueños’ y estaba custodiado por la guardiana del tiempo, la hada Miranda.

Un día, un terrible problema amenazó a Fantasilandia. Un monstruo llamado Sombrío, que se alimentaba de los sueños de los habitantes del pueblo, había empezado a sembrar el caos y la tristeza. La hada Miranda se dio cuenta de que la única forma de vencer a Sombrío era encontrar al portador de los sueños más puros y valientes para que pudiera hacer frente al monstruo.

Así que la hada convocó a todos los niños y niñas del pueblo a la plaza mayor y les contó sobre la misión que debían llevar a cabo. Entre los presentes, una niña llamada Valentina se ofreció voluntaria para adentrarse en el libro y enfrentarse al monstruo Sombrío.

—¿Estás segura de querer hacerlo, Valentina? – preguntó la hada Miranda con preocupación.

—Sí, hada Miranda. Haré todo lo posible por proteger los sueños de mi pueblo – respondió Valentina con determinación.

Con un gesto de su varita mágica, la hada abrió el libro y condujo a Valentina hacia su interior. La niña se encontró de repente en un mundo lleno de colores y formas extrañas, donde los sueños de la gente se materializaban en pequeñas luces brillantes.

Pero en medio de aquel mundo maravilloso, Valentina vio a Sombrío, un monstruo gigantesco con los ojos oscuros que lanzaban destellos de tristeza. Sin embargo, la valiente niña recordó las palabras de la hada Miranda y se armó de coraje para enfrentarlo.

—¡Sombrío, no permitiré que sigas robando los sueños de mi pueblo! – exclamó Valentina con voz firme.

El monstruo la miró con sorpresa y luego soltó una carcajada que estremeció el suelo.

—Pequeña valiente, ¿crees que puedes vencerme? Mis poderes son más fuertes que cualquier sueño que puedas tener – dijo Sombrío con voz siniestra.

Valentina recordó entonces las historias de valentía que su abuela le contaba antes de dormir y supo que tenía el poder dentro de ella para hacer frente al monstruo. Cerró los ojos y se concentró en un recuerdo feliz, en un sueño lleno de luz y alegría.

De repente, el libro empezó a temblar y todas las luces brillantes se unieron en un círculo alrededor de Valentina. Con un gesto decidido, la niña lanzó esa luz hacia Sombrío, que empezó a reducirse de tamaño a medida que la luz lo tocaba.

—¡No, esto no puede ser! – gritaba el monstruo mientras se debilitaba.

Finalmente, Sombrío desapareció por completo en una explosión de destellos y el libro comenzó a brillar con una luz más intensa que nunca. La hada Miranda apareció frente a Valentina con una sonrisa de orgullo en el rostro.

—Has demostrado ser la portadora de los sueños más valientes, querida Valentina. Gracias a ti, Fantasilandia volverá a ser un lugar lleno de alegría y esperanza – dijo el hada.

Valentina salió del libro y fue recibida con aplausos y muestras de cariño por parte de todos los habitantes del pueblo. Desde ese día, el libro guardaba los sueños de todos de forma segura, protegidos por la valentía y el amor de una niña llamada Valentina.


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