El niño que conversaba con las ballenas

Érase una vez un niño llamado Mateo, que vivía cerca del mar y tenía un don muy especial: podía comunicarse con las ballenas. Desde pequeño, Mateo sentía una gran fascinación por estos enormes animales y soñaba con poder hablar con ellos.

Un día, mientras paseaba por la playa, Mateo escuchó un canto muy triste. Se acercó al mar y vio a una ballena atrapada en una red de pescar. Sin dudarlo, se metió al agua y nadó hacia la ballena.

– ¿Hola? ¿Puedo ayudarte? –preguntó Mateo.

La ballena, sorprendida de que un humano pudiera entenderla, le respondió con voz melancólica:

– Sí, pequeño amigo. Estoy atrapada y no puedo liberarme. ¿Podrías ayudarme a romper esta red?

Mateo asintió decidido y, con la ayuda de unas tijeras que llevaba en su bolsillo, comenzó a cortar la red con cuidado para no lastimar a la ballena. Después de un rato, la ballena por fin quedó libre y pudo nadar de nuevo en el mar.

– ¡Gracias, Mateo! Eres un verdadero amigo. ¿Cómo puedo agradecerte?

– Me gustaría poder hablar contigo, saber más sobre tu vida en el mar –respondió Mateo con curiosidad.

Así comenzó la increíble amistad entre Mateo y la ballena. Todos los días, después de la escuela, Mateo visitaba la playa y hablaba con su amiga ballena. Ella le contaba historias de otros océanos, de peces y corales maravillosos, y Mateo la escuchaba embelesado.

Un día, la ballena le dijo a Mateo que había un grave problema en el mar: la contaminación estaba poniendo en peligro la vida marina. Muchos animales estaban enfermos o morían por culpa de los desechos que los humanos tiraban al mar.

– ¿Qué podemos hacer para ayudar? –preguntó Mateo preocupado.

La ballena le explicó que necesitaban la ayuda de los humanos para limpiar el mar y proteger a los animales. Juntos idearon un plan: Mateo hablaría con sus amigos y vecinos, les contaría lo que estaba pasando en el mar y los concienciaría para que cuidaran el medio ambiente.

Así lo hizo Mateo. Organizó charlas en su colegio, repartió folletos informativos y participó en la limpieza de la playa junto con otros voluntarios. Poco a poco, la gente empezó a tomar conciencia y a cambiar sus hábitos para no seguir contaminando el mar.

Gracias al esfuerzo de Mateo y la ayuda de la ballena, el mar volvió a estar limpio y seguro para todos los animales que vivían en él. Mateo continuó hablando con las ballenas y aprendiendo de su sabiduría, y juntos mantuvieron viva la magia de la amistad entre especies tan diferentes.

Y colorín colorado, este cuento de amistad y protección del medio ambiente ha terminado.


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