Había una vez en un lejano reino, un teatro muy especial llamado ‘El teatro que contaba el futuro’. En este teatro mágico, cada noche se representaba una obra diferente que revelaba lo que iba a ocurrir al día siguiente en el reino.
Los habitantes del reino acudían emocionados al teatro para descubrir qué les deparaba el destino. Pero un día, el hilo conductor de las obras, una varita mágica que brillaba intensamente, desapareció misteriosamente. Sin ella, el teatro ya no podía predecir el futuro.
Los responsables del teatro, la hada Estrella y el duende Luminoso, convocaron a una pequeña valiente llamada Rosa para encomendarle una misión muy importante. ‘Querida Rosa, necesitamos tu ayuda para encontrar la varita mágica y devolver la magia al teatro. ¿Aceptarías este desafío?’, preguntó el duende Luminoso.
Rosa asintió con determinación y se puso en marcha en busca de la varita mágica. Recorrió bosques encantados, escaló montañas nevadas y navegó por ríos cristalinos. Finalmente, llegó a una cueva oscura donde se encontraba el malvado hechicero que había robado la varita.
Con astucia e ingenio, Rosa logró despistar al hechicero y arrebatarle la varita mágica. De regreso en el teatro, la magia volvió a inundar el escenario y el brillo en los ojos de la varita indicaba que todo volvería a la normalidad.
La noche del gran estreno de la obra, los habitantes del reino se congregaron con expectación. La varita mágica brillaba con intensidad y de repente, proyectó en el escenario la imagen de un hermoso arcoíris. Todos los presentes aclamaron a Rosa como la heroína que salvó el teatro y devolvió la alegría y la magia al reino.
Desde ese día, el teatro siguió contando el futuro a través de sus maravillosas obras, pero Rosa siempre recordaría con cariño la aventura que vivió y la valentía que demostró para salvar el destino de todos.