Érase una vez, en lo más profundo del océano, una tortuga llamada Tita y un pez volador llamado Pepe que se hicieron grandes amigos a pesar de sus diferencias.
Tita era una tortuga tranquila y sabia, que le encantaba pasear por el fondo marino en busca de tesoros escondidos. Por otro lado, Pepe era un pez volador muy alegre y curioso, que saltaba de ola en ola disfrutando de la libertad que le daba volar sobre el agua.
Un día, una gran tormenta golpeó el océano, creando olas enormes que impedían a Pepe volar y a Tita nadar con facilidad. Los dos amigos se vieron separados, cada uno luchando por sobrevivir en medio de la tempestad.
Después de mucho esfuerzo, Tita logró encontrar refugio en una cueva submarina, pero se dio cuenta de que Pepe seguía perdido en medio de la tormenta. La valiente tortuga decidió salir en su búsqueda, enfrentándose a las olas gigantes y a los peligros del océano.
Finalmente, Tita encontró a Pepe luchando por mantenerse a flote en la superficie. Con cuidado, la tortuga lo ayudó a bajar al fondo marino, donde juntos pudieron refugiarse y esperar a que la tormenta pasara.
Entre risas y anécdotas, Tita y Pepe fortalecieron su amistad mientras esperaban a que el océano se calmara. Pepe prometió nunca más separarse de su amiga tortuga y juntos se comprometieron a cuidarse mutuamente en todo momento.
Desde entonces, Tita y Pepe siguieron explorando el mar juntos, recordando siempre que la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo, incluso las tormentas más fuertes.
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