Érase una vez en el mágico Valle de los Sueños, donde todo era posible, una pequeña hada llamada Luna. Luna era la encargada de mantener todo el valle lleno de colores brillantes y alegres. Con su varita mágica, pintaba cada flor, árbol y animal con tonos vibrantes que hacían feliz a cualquiera que los viese.
Un día, mientras Luna revoloteaba por el valle, se dio cuenta de que los colores comenzaban a desvanecerse. Las flores ya no eran tan brillantes y los árboles parecían marchitos. Alarmada, decidió emprender un viaje en busca de la causa de aquel extraño suceso.
Después de buscar y buscar, Luna descubrió una vieja fábrica en las afueras del valle. La fachada de la fábrica estaba cubierta de polvo y parecía abandonada. Intrigada, decidió entrar y lo que vio la dejó sin aliento. ¡Era la fábrica de colores olvidados! En ese lugar, se fabricaban los colores que ya nadie usaba o recordaba.
En la fábrica, Luna conoció a Chroma, el guardian de los colores olvidados. Chroma le explicó a Luna que se sentía triste porque nadie valoraba los colores que producía y por eso habían dejado de brillar en el Valle de los Sueños. Luna, conmovida por la historia de Chroma, decidió ayudarle a devolver la magia a los colores olvidados.
Juntos, Luna y Chroma idearon un plan. Primero, tenían que convencer a los habitantes del Valle de los Sueños de la importancia de cada color, por muy olvidado que pareciera. Así que organizaron una gran fiesta, donde cada color tendría su momento para brillar y demostrar su belleza única.
Los habitantes del valle quedaron maravillados al ver la variedad de colores y tonos que habían estado olvidados por tanto tiempo. Todos recordaron lo especial que era cada uno y prometieron nunca más ignorar su belleza.
Con los corazones de los habitantes del Valle de los Sueños llenos de alegría y gratitud, Luna y Chroma regresaron a la fábrica de colores olvidados. Ahora, en lugar de producir colores para olvidar, la fábrica se dedicaba a crear nuevos colores que alegraban los corazones de todos en el valle.
Y así, gracias a la valentía y bondad de Luna y Chroma, el Valle de los Sueños volvió a ser un lugar lleno de colores brillantes y alegres, donde cada tono, por muy olvidado que estuviera, era apreciado y valorado. Y colorín colorado, este cuento de colores ha terminado.
Apúntate a la newsletter y recibe cuentos como este directamente en tu correo electrónico.