Había una vez en el cielo una patrulla muy especial llamada ‘La patrulla de las estrellas fugaces’. Esta patrulla estaba conformada por cinco valientes estrellas llamadas Centella, Destello, Fulgor, Resplandor y Lucero, que cada noche recorrían el firmamento en busca de estrellas fugaces que necesitaran ayuda.
Una noche, mientras volaban cerca de la Luna, Centella divisó a lo lejos a una estrella fugaz que parecía tener problemas. Rápidamente, la patrulla se dirigió hacia ella para ver en qué podían ayudar.
Al acercarse, vieron que la estrella fugaz se llamaba Destellosa y se encontraba atrapada entre unas ramas de un árbol luminoso.
‘¡Ayuda, por favor!’ – exclamó Destellosa con voz temblorosa.
Centella, la líder de la patrulla, le dijo con calma: ‘Tranquila, Destellosa. Vamos a ayudarte a salir de ahí’.
Resplandor y Lucero intentaron mover las ramas, pero estaban muy apretadas. Fulgor propuso utilizar su brillo para iluminar el lugar y así ver mejor cómo podían liberar a Destellosa. Fue entonces cuando, gracias a la colaboración de todos, lograron liberar a la estrella fugaz.
‘¡Muchas gracias, patrulla! ‘, exclamó Destellosa emocionada.
Centella sonrió y dijo: ‘Recuerda, en el cielo siempre estamos para ayudarnos unos a otros. ¡Buena suerte en tus viajes, Destellosa!’
Y así, la patrulla de las estrellas fugaces continuó su recorrido por el cielo, lista para ayudar a cualquier estrella que lo necesitara. Porque en el universo, la solidaridad y la amistad siempre brillan con luz propia.’
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