Los marcianitos y la estrella fugaz perdida

Érase una vez, en el planeta Marte, un grupo de pequeños marcianitos curiosos y juguetones. Les encantaba explorar su planeta rojo y descubrir nuevos tesoros en cada rincón.

Una noche, mientras observaban las estrellas, vieron una estrella fugaz brillante cruzar el cielo. Los marcianitos se quedaron maravillados por su belleza y decidieron pedirle un deseo antes de que desapareciera.

El jefe de los marcianitos, el sabio Olgor, les recordó: ‘Recuerden, solo tenemos una oportunidad para pedir un deseo a la estrella fugaz. Debemos elegir sabiamente’.

Uno por uno, los pequeños marcianitos pidieron sus deseos: desde juguetes espaciales hasta deliciosos caramelos marcianos. Pero cuando llegó el turno del marcianito más joven, llamado Pipo, este dijo con timidez: ‘Quisiera que la estrella fugaz no se perdiera y pudiera quedarse con nosotros en Marte’.

Los demás marcianitos se sorprendieron por el deseo de Pipo, ya que nunca nadie se había atrevido a pedir algo así. Pero Olgor, con su sabiduría, les recordó que todos los deseos eran importantes y que debían ayudar a Pipo a encontrar una manera de cumplir su anhelo.

Entonces, los marcianitos formaron un círculo y comenzaron a pensar en soluciones. Tras mucho debatir, surgió la idea de construir un cohete espacial para alcanzar la estrella fugaz y traerla de vuelta a Marte.

Con entusiasmo, los pequeños marcianitos se pusieron manos a la obra. Cada uno aportó sus habilidades únicas: unos recolectaron materiales, otros diseñaron el cohete y Pipo dibujó un mapa de la ruta hacia la estrella fugaz.

Finalmente, el cohete estuvo listo para despegar. Los marcianitos se despidieron de sus familias y se subieron a la nave espacial con determinación. Pipo estaba nervioso pero emocionado por la aventura que les esperaba.

El viaje fue largo y lleno de peligros, pero juntos lograron superar cada obstáculo. Cuando por fin alcanzaron la estrella fugaz, descubrieron que emitía una luz cálida y reconfortante. Pipo la abrazó con cuidado y la estrella, en un acto de magia, se transformó en una pequeña criatura brillante.

La criatura les habló con una voz suave: ‘Gracias por traerme hasta aquí. Soy la Estrellita, guardiana de los deseos. Pipo, tu deseo de que no me perdiera me ha conmovido. Por eso, he decidido quedarme en Marte y conceder un deseo especial a cada uno de ustedes’.

Los marcianitos, emocionados y agradecidos, pidieron sus deseos con humildad. Desde ese día, la Estrellita se convirtió en la protectora de Marte y los marcianitos, recordándoles la importancia de valorar los deseos simples y sinceros.

Y colorín colorado, este cuento de solidaridad y amistad ha terminado. Espero que lo hayan disfrutado, queridos amigos marcianitos. Hasta la próxima aventura en el espacio exterior.


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