El cofre que escondía un portal al siglo XXI

En lo profundo del bosque encantado, vivía una familia de duendes muy curiosos. Los duendecillos se llamaban Tris y Tras, y les encantaba buscar tesoros escondidos. Un día, mientras jugaban cerca de un arroyo, descubrieron un misterioso cofre de madera bajo un viejo roble.

Tris, con una chispa de emoción en los ojos, exclamó: ‘¡Tras, mira lo que encontré! ¡Un cofre mágico!’ Entusiasmados, abrieron el cofre y descubrieron un objeto brillante en su interior. ¡Era un medallón con extraños símbolos grabados!

De repente, el medallón comenzó a brillar intensamente y emitió un destello cegador. Una espiral de luz envolvió a Tris y Tras, transportándolos a un lugar desconocido. Cuando la luz se disipó, se encontraron en medio de una ciudad muy diferente a todo lo que habían visto antes.

Desconcertados, Tris preguntó a un amable señor que pasaba por allí: ‘Disculpe señor, ¿en qué lugar estamos?’ El señor sonrió y respondió: ‘Están en el siglo XXI, en una ciudad llamada Madrid’.

Tras, asombrado, dijo: ‘¡Esto es increíble, Tris! Pero, ¿cómo podemos regresar a casa?’ El señor les explicó que el medallón era en realidad un portal mágico que les permitía viajar en el tiempo, y que debían encontrar la forma de activarlo de nuevo para volver a su época.

Decididos a regresar a su hogar, Tris y Tras emprendieron una emocionante aventura por la bulliciosa ciudad de Madrid. Recorrieron plazas, parques y museos, maravillándose con la modernidad y la tecnología del siglo XXI.

Finalmente, llegaron a la Puerta del Sol, el corazón de la ciudad, donde el señor les había dicho que encontrarían la clave para activar el portal. Frente al antiguo reloj, vieron una inscripción que decía: ‘Para abrir el portal del tiempo, debes resolver este acertijo: Cuatro patas tiene la mañana, otro tanto la tarde, la noche ninguna. ¿Qué es?’

Tras reflexionó un momento y dijo: ‘¡Ya sé la respuesta, Tris! El acertijo se refiere a una cama, que tiene cuatro patas, como la mañana y la tarde, pero ninguna durante la noche’. Entusiasmados, los duendecillos pronunciaron ‘¡Cama!’ y, de repente, el medallón volvió a brillar intensamente.

Una vez más, una luz intensa los envolvió, transportándolos de vuelta al bosque encantado. Al abrir los ojos, vieron el familiar paisaje de su hogar y supieron que habían logrado resolver el enigma y regresar con éxito.

Tris y Tras guardaron el medallón en un lugar seguro, sabiendo que siempre tendrían un portal al siglo XXI a su alcance. Y aunque su aventura fue emocionante, comprendieron que no hay lugar como el hogar.


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