El maestro de las nubes y los tornados
Había una vez, en un lejano reino encantado, un maestro muy especial. Se llamaba Celestino y tenía el poder de controlar las nubes y los tornados. Vivía en lo alto de una montaña, donde enseñaba a las nubes a bailar y a los tornados a ser amables.
Un día, una gran tormenta amenazaba con destruir el pueblo cercano. Los habitantes, asustados, acudieron a Celestino en busca de ayuda. El maestro, con su larga barba blanca y sus ojos brillantes, escuchó atentamente sus súplicas.
– Maestro Celestino, por favor, detén esta terrible tormenta que está a punto de arrasar nuestro hogar -rogó el alcalde del pueblo, con gesto preocupado.
Celestino asintió con calma y se adentró en lo más profundo de la montaña. Allí, se encontró con las nubes grises y los tornados salvajes. Con voz suave, les habló:
– Queridas nubes, queridos tornados, no debemos causar daño. Debemos ser protectores de la tierra y de sus habitantes.
Las nubes y los tornados, al escuchar las palabras del maestro, comenzaron a calmarse. Sus movimientos bruscos se transformaron en suaves caricias en el cielo. La tormenta se disipó y el pueblo quedó a salvo.
Los habitantes del pueblo, agradecidos, se acercaron a Celestino para darle las gracias. El maestro, con humildad, les dijo:
– No hay nada más poderoso que la bondad y la comprensión. Si tratamos a la naturaleza con respeto, ella nos responderá de la misma manera.
Desde ese día, Celestino siguió enseñando a las nubes y los tornados el valor de la paciencia y la gentileza. Y el pueblo vivió en armonía con la naturaleza, agradecidos por tener al maestro de las nubes y los tornados velando por su seguridad.
Apúntate a la newsletter y recibe cuentos como este directamente en tu correo electrónico.