Los pasos gigantes del ratoncito Juan

Había una vez en un pequeño bosque encantado, un ratoncito llamado Juan. Juan era muy curioso y siempre estaba en busca de emocionantes aventuras. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con un gran problema. Había un río muy ancho que le impedía llegar al otro lado donde se encontraban las deliciosas fresas rojas que tanto le gustaban. Juan se quedó pensando, ¿cómo podría cruzar ese enorme obstáculo?

Entonces, apareció una mariposa amiga de Juan, llamada Violeta, y le dijo: «¡Hola Juan! Veo que tienes un problema, ¿en qué puedo ayudarte?». Juan le explicó su dilema y Violeta, con una sonrisa en sus alas, le sugirió: «¿Por qué no pruebas a dar pasos gigantes? Tal vez puedas cruzar el río de una manera distinta».

Juan se puso en marcha y decidió seguir el consejo de Violeta. Respiró profundamente, se concentró y dio un gran paso hacia adelante. Para su sorpresa, ¡el paso fue mucho más largo de lo que esperaba! Animado por este descubrimiento, Juan dio otro paso gigante y, ¡wow!, cruzó la mitad del río. Estaba emocionado y cada paso gigante que daba lo acercaba más a las apetitosas fresas.

De repente, escuchó una voz ronca que venía del otro lado del río. Era el sapo Ulises, que le dijo: «¡Hola Juan! Veo que estás dando pasos gigantes, ¡qué valiente eres!». Juan respondió animadamente: «¡Sí, Ulises! Con estos pasos gigantes podré cruzar el río y llegar a las fresas».

Mientras Juan continuaba con sus pasos gigantes, se dio cuenta de que la solución a su problema estaba en atreverse a hacer algo diferente, en probar una nueva estrategia. La valentía y la creatividad de Juan lo llevaron al otro lado del río, donde finalmente pudo disfrutar de las suculentas fresas rojas.

Desde ese día, el ratoncito Juan recordó que, ante los obstáculos, siempre debía buscar nuevas maneras de resolverlos, sin miedo a probar algo distinto. Y así, entre pasos gigantes y fresas deliciosas, Juan continuó viviendo emocionantes aventuras en el bosque encantado.


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